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¡CUÁNTO DAÑO HACEN LA SOBERBIA Y EL ORGULLO!

¡CUÁNTO DAÑO HACEN LA SOBERBIA Y EL ORGULLO!

Podríamos definir la soberbia como la pasión desenfrenada por el valor de uno mismo. Un amor desordenado que se acompaña de una hipertrofia del yo, una actitud que consiste en la propia adoración. El término latino del que procede es superbia: “actitud de la persona que se tiene por bastante más de lo que es”. La soberbia puede vivirse como pasión o como sentimiento:

  • Cuando se vive como pasión se trata de un afecto excesivo, vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que no permite razonar, se pierde toda objetividad.
  • La soberbia como sentimiento es más suave, la razón interviene como rayo fugaz, existe un nivel de objetividad que nos acerca a la percepción de la realidad.

Cuando somos soberbios nuestro grado de egocentrismo resulta provocativo, nos volvemos fríos en la relación con los demás, nos sentimos superiores… Y en muchas ocasiones lo hacemos con los seres que más queremos. ¡Cuántas familias rotas por la soberbia! ¡Qué ceguera! Uno sólo es capaz de ver lo bueno que tiene y que ha conseguido con su esfuerzo, pero incapaz de asumir los defectos personales en su justa medida. “Si tengo problemas con los míos es porque ellos se equivocan, son ellos los que deben cambiar… no depende de mi la reconciliación, no he hecho nada, soy un sufridor de esta situación que me ha tocado vivir.” Y, a la vez, no es capaz de ver las capacidades de los demás, sus cualidades, sus esfuerzos… porque permanece con la mirada hacia sí mismo. Enrique Rojas habla de las características de la soberbia enmascarada:

  1. Aire de autosuficiencia, no necesita de los demás.
  2. Susceptibilidad casi enfermiza ante cualquier crítica. Gran dificultad para pasar desapercibido. Tendencia a hablar siempre de uno mismo. Desprecio hacia cualquier persona cercana que sobresalga en algún aspecto.
  3. Débil relación amorosa. Necesita permanentemente el reconocimiento explícito y/o implícito de sus cualidades y logros, lo que conlleva dificultades en la convivencia. Exige relaciones unidireccionales, contradictorias a la relación de pareja.
  4. Falta de limitaciones en todas las áreas de su vida: física, psicológica, intelectual, social y cultural.

El orgullo es más emocional, puede referirse a algo valioso que uno ha hecho. Este reconocimiento resulta negativo cuando es excesivo. ¡Cuántas personas, por orgullo, dejan de hablarse! Porque se “enorgullecen” de su conducta y tienen que mantenerse en la posición elegida aunque sientan la lejanía emocional de la persona a la que aman. Y sufren porque desean acortar distancias, porque echan de menos experiencias vividas, hábitos con quienes aman… pero, por orgullo, deben mantenerse lejos, fríos, inexpresivos emocionalmente, disimulando cualquier melancolía, cualquier deseo de proximidad… porque un día alguien le enseñó que si “bajan la guardia”, si expresan lo que sienten, si “se bajan los pantalones”… serán vulnerables, perderán credibilidad y su personalidad se verá dañada, lo juzgarán como una persona “débil”… Por lo tanto es importante sacar el arma del orgullo y la soberbia para que quede bien claro que ¡aquí estoy yo! y “nadie me baja del burro” y … “no voy a darles la razón”… Se nos olvida que “mezclamos churras con merinas”: no tenemos porqué estar de acuerdo en razonamientos, tú lo ves de una manera y yo de otra, tú le has dado importancia a una situación y yo no, tú has interpretado esto de esa manera y yo de otra… pero los razonamientos no influyen en las emociones: sigo queriéndote igual, no soy capaz de desmoronar la imagen que tengo de ti en tan poco tiempo, sigo valorando de ti todo lo bueno que tienes… que no estemos de acuerdo no significa que nos queramos menos.

Si la vida es la gran maestra, el amor es el mejor argumento”

                                                                                          Enrique Rojas Marcos

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