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CONFINADOS POR CUARENTENA ¿QUÉ HACER CON MIS HIJOS/AS?

  ” Van pasando los días metidos en casa, se me acaban las ideas, ¿no tengo derecho a venirme abajo como madre/padre que soy? ¿Quién piensa en mi, en mis miedos, en mis dudas?… Nadie me enseñó a vivir esto, a proteger a mis hijos en una situación así? ¿Qué hago?”

Pienso que todos estamos en el mismo barco, vivimos las mismas inquietudes y preocupaciones. Como madre que soy también doy vueltas a estos interrogantes. Son días de retomar relaciones más humanas y cercanas con los que más queremos, oportunidades para recuperar conversaciones inacabadas, aquellas que teníamos cuando las pantallas no protagonizaban nuestro hogar, nuestra forma de comportarnos y relacionarnos entre nosotros.

Es fundamental compartir nuestros sentimientos con nuestros hijos, no disimular las emociones negativas ni culpabilizarme por sentirme bien en una crisis como esta. Cada día aparece una variedad de emociones que nos invaden: unas agradables y otras menos, pero todas ellas definen mi presente, lo que he vivido hoy. Ser madre no significa que tenga que ser el hada madrina de mis hijos/as. Soy quien soy, siento lo que siento, pienso lo que pienso y hago lo que hago. Me confundiré en unas ocasiones y me sentiré orgullosa en otras. Pero todo ello lo puedo compartir. Con niños más pequeños lo haré utilizando un lenguaje que ellos puedan entender y con los preadolescentes, adolescentes y jóvenes el estilo comunicativo es muy parecido al del adulto.

En días como estos también debo explorar cómo se sienten, respetando sus espacios, sus silencios. “¿Te apetece hablar?”, “¿Puedo ayudarte en algo?”,  “Te noto… (aburrido/a, triste, preocupada/o, nerviosa/o…)”, “¿Quieres que hablemos?” Cuando la respuesta sea negativa es importante dejarle solo, él/ella puede gestionar lo que le pasa, lleva años haciéndolo, ya sabe que estamos a su disposición, que tiene nuestra ayuda cuando la pida. Los sentimientos de agobio, indefensión, aburrimiento, impotencia… son muy normales, ¿no crees?. ¿No es lo que te pasa a ti también como madre/padre? De ellos aprenderá mucho, las emociones siempre aportan información de nosotros mismos, nos dan pistas de cómo somos, qué herramientas tenemos para solucionar problemas. La función de los padres no es hacer felices a nuestros hijos en todo momento. ¡Y cuántas veces nos lo hemos planteado así! La felicidad depende de uno mismo. Se trata  de una idea irracional, por eso nos sentimos culpables e “imperfectos” cuando descubrimos que nuestros hijos sienten emociones negativas, creemos que lo estamos haciendo mal. Nos hacemos cargos de una responsabilidad que no nos pertenece: igual que no puedo estudiar por mi hij@, tampoco puedo ser feliz por él/ella. Puedo aportarle el material necesario para que ella/él lo sea, nada más.

¿Que en este “encierro” no quiere compartir conmigo cómo está? Puedo sonreírle, guiñarle un ojo, sentarme a su lado, jugar con él/ella a algo, oír la música que le gusta, acariciarle o abrazarle… Puedo recordarle lo positivo de todo lo que estamos viviendo, puedo expresarle lo que siento por ella/él, todas las cosas bonitas que tiene y cuándo me hace sonreír… Pero sobre todo debo mandarle mensajes de confianza y autonomía: “Ya se te ocurrirá algo para estar mejor, siempre lo has hecho”. Confía en él/ella, pídele ayuda cuando lo necesites, te puede sorprender. El/ella también desea sentirse útil.

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